En los primeros años del siglo XX continúan las tendencias narrativas de finales del siglo XIX. Muchos escritores realistas prolongan su labor literaria. Galdós o Pardo Bazán publican títulos importantes en pleno siglo XX. Autores como Vicente Blasco-Ibáñez escriben novelas naturalistas. Sin embargo, es en esta época cuando se da una reacción contra el Realismo y el Naturalismo, las tendencias de la segunda mitad del siglo XIX. En los jóvenes novelistas se observa una firme voluntad de innovación.
En 1902 aparecerán cuatro títulos con una concepción novelística nueva: La voluntad de Azorín; Camino de perfección de Pío Baroja; Sonata de otoño de Valle Inclán; y Amor y pedagogía de Unamuno. En ellos hay un interés por superar el Realismo del siglo XIX. He aquí las principales diferencias entre ambos movimientos:
• En la novela realista la realidad es el tema esencial, interesa más la realidad externa que la personalidad del autor, mientras que en el 98 el tema principal es la visión que de la realidad tiene el autor.
• El narrador es omnisciente, pero trata de ser objetivo e imparcial. Sin embargo, en el 98 el autor está omnipresente: a través del narrador manifiesta sus ideas y opiniones acerca del tema tratado.
• En la novela realista, la técnica de descripción es objetiva, detallista; y en el 98, es subjetiva.
• El protagonista es la sociedad, la colectividad, no el individuo; en el 98, el relato se centra en un personaje que focaliza toda la acción.
• Estilo excesivamente detallista y minucioso; frente a estilo sobrio, sin apenas recursos retóricos.
• Finalmente en la novela realista el léxico tiende a ser denotativo, desapasionado y los relatos amplios y densos; sin embargo, en el 98, el léxico es valorativo con presencia de localismos y arcaísmos y se da preferencia por los relatos cortos.
Los temas y técnicas narrativas de los autores del 98 surgieron como consecuencia del ambiente de crisis de finales del siglo XIX, agudizado en España por la pérdida de las últimas colonias y por el agotamiento de los temas y formas de la literatura anterior. Entre los autores del 98 se incluyen Unamuno, Azorín, Baroja, A. Machado (poeta) y parte de la obra de Valle Inclán. Manifiestan la protesta contra las costumbres decadentes de la sociedad española, proponen una reforma total de las conductas sociales y morales españolas y defienden el subjetivismo y la visión personal de las cosas; hay que señalar:
Temas predominantes:
a) El tema de España, enfocado desde una visión subjetiva e individualista. El planteamiento reformista y patriótico de Unamuno es distinto de la visión escéptica y pesimista de Baroja. Y ambos tienen poco que ver con la percepción impresionista y lírica de la realidad que refleja Azorín en sus descripciones. Pero, en cualquier caso, en todos ellos hay un objetivo: el descubrimiento del alma de España por medio de:
- El paisaje en especial, el de Castilla, en el que descubren el espíritu austero y sobrio del hombre castellano.
- La historia, pero no la de los grandes acontecimientos políticos o bélicos, sino la del hombre anónimo y la de vida cotidiana, a la que Unamuno llamó intrahistoria.
- La literatura, volviendo a los autores medievales como Berceo, Rojas o Manrique, y a los clásicos olvidados como Góngora o Gracián. Especial interés muestran por Cervantes y El Quijote, obra en la que ven reflejados fielmente las conductas de los españoles, y por Larra.
b) El tema existencial, que abarca desde la preocupación por el sentido de la vida hasta los problemas de carácter religioso, pasando por los conflictos psicológicos del ser humano. Las distintas actitudes ante estos temas difieren de unos autores a otros: angustia, obsesión por el deseo de inmortalidad en Unamuno; preocupación por la caducidad de lo terrenal en Azorín; o incredulidad religiosa en Baroja.
Técnica estilística y literaria
También se vio afectado por el talento reformador. El aspecto más característico es el rechazo a la expresión retórica y grandilocuente. Todos reclaman el retorno a la sencillez y claridad, pero sin perder la fuerza expresiva, la rapidez.
Tienden a la precisión léxica, a la elección de la palabra justa. Muchas veces buscan vocablos que resultan extraños por su sabor local o arcaico (palabras terruñeras). El léxico se impregna de valoraciones subjetivas que desvelan sus sentimientos íntimos. Abundan términos con connotaciones negativas, pesimistas o decadentes.
En cuanto a las construcciones sintácticas, evitan las oraciones excesivamente complejas. Proliferan las oraciones simples, o, en todo caso, la yuxtaposición.
Autores:
- Ramón María del Valle Inclán: su obra, inicialmente modernista, evoluciona hacia una creación personal e innovadora: el esperpento, del que se tratará en el teatro.
Su primera gran obra en prosa es las Sonatas (de otoño 1902; de estío 1903; de primavera, 1904; de invierno 1905). Presentan las memorias del Marqués de Bradomín, “un donjuán feo, católico y sentimental”. Se caracteriza por una prosa modernista tendente al esteticismo y sensualidad, y los temas principales son el amor y la muerte.
En 1926 escribe Tirano Banderas en la que intenta reflejar los aspectos lingüísticos y las costumbres de América. El tema central es el dictador que tiraniza y somete a los hombres a su máxima denigración. Su última obra es El ruedo ibérico (1927), trilogía incompleta de tema histórico.
- Miguel de Unamuno: Su producción está impregnada de contenido filosófico. Sus novelas son una proyección de sus inquietudes personales, en las que se suprimen las referencias a la realidad exterior de los personajes.
Toda su obra posee un sentido unitario y didáctico, basado en su preocupación por España y por la existencia, la muerte, la relación Dios-hombres, la eternidad y la nada, la razón y la fe, etc. Estos temas aparecen en sus primeras novelas, como Paz en la guerra (1897), Amor y pedagogía (1902), pero es Niebla (1914) la que mejor refleja las características formales, estilísticas y temáticas de sus nivolas, como él las llamaba. El tema de la relación entre el Creador y sus criaturas, junto con la angustia de la propia existencia, cobran particular interés en el protagonista de la obra, Augusto Pérez, quien se rebela contra su creador, el mismo Unamuno. La confusión entre sueño y realidad, entre razón y fe, son los temas derivados de ese otro principal: la angustia de la existencia humana.
Su lucha es llevada a sus últimas consecuencias en San Manuel Bueno, mártir (1933), en la que el protagonista, un sacerdote admirado y querido por todos sus feligreses, guarda en secreto su drama: la falta de fe.
- Pío Baroja: Su tono agrio y pesimista es una constante. El tema principal de su obra es la protesta contra la sociedad a la que critica por sus conductas hipócritas, sus injusticias y su anquilosamiento frente a la hipocresía, manifiesta una total sinceridad en sus ideas; frente al aburguesamiento, como única salida, la acción. Consecuencias serán:
Escepticismo absoluto por los aspectos religiosos y éticos del ser humano, reflejado en sus personajes: tristes, descontentos, desesperanzados.
Presencia importante de la acción. Muchas de sus novelas son un cúmulo de episodios en los que la aventura es el argumento central. En unas obras predomina el autor de opinión (Camino de perfección, 1902; La busca, 1904; o El árbol de la ciencia, 1911); y en otras, el de acción (Zalacaín el aventurero (1909), Las inquietudes de Shanti Andía (1911).
Se ha acusado a Baroja de descuidado, sin calidad en la técnica narrativa. Sin embargo, su concepción novelística está basada en la espontaneidad y el antirretoricismo. Sus novelas nacen del rechazo de una estructura previamente definida. En su estilo predominan los párrafos cortos. Su léxico es sencillo, con predominio de coloquialismos. Sintaxis también sencilla, sobre todo en los diálogos, con gran acierto en el lenguaje conversacional. Descripciones fugaces y expresivas, especialmente de los personajes.
- José Martínez Ruiz “Azorín”: es el escritor del detalle. Desarrolla una técnica descriptiva sutil en la que prima la sencillez, la brevedad de las frases, la sensación de orden y pulcritud. La preocupación por el tiempo que pasa se percibe en una prosa triste, melancólica y fluida que delata ese afán por apresar lo sustancial de las cosas.
Sus títulos más conocidos son La voluntad (1902), Antonio Azorín (1903), Las confesiones de un pequeño filósofo (1904), Don Juan (1922), Doña Inés (1925). Sus obras, a pesar de tener una intención novelística se acercan más al ensayo: sus descripciones de ambientes, y personajes sin un argumento central sólido. Pretende que sus novelas sean un reflejo delicado y lírico de lo esencial de la realidad.
Tema elaborado por Carlos Alcaide
jueves, 23 de diciembre de 2010
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